jueves

El viento que todo empuja

Cuando pensas que volas más rápido de lo que siempre te creíste capaz. Cuando el sol te encadila la vista con sus rayos, y no hay mejor sensación que esta. Cuando crees que la única ruta correcta es la que te marca la luz al final del camino. Cuando ya no hay miedos que te invadan, ni preguntas que te visiten, y tu cabeza está repleta de respuestas y certezas que siguen la senda de la esperanza. Cuando sentís que las heridas de tus alas ya no tienen posibilidad de volver a abrirse. Cuando ya no hay nada que perder, cuando el azar es el responsable de todo lo que pueda pasar de ahora en más, cuando el viento que empuja tu alma parece estar a tu favor, cuando todo está jugado, cuando son más sumas que restas en tus días, cuando ya no importa si el dolor vuelve si las heridas no están suturadas por completo, cuando sabes que todo está bien.
Ahí. Sí, ahí.. justo ahí. En ese momento es cuando sucede.
El viento ya no sopla a tu favor. El sol se esconde entre las nubes y no alcanza a abrigarte con su calor. Tus alas se debilitan, pierden fuerzas, se cansan, se agotan y dudan en seguir. Los miedos te ahogan. Las dudas te persiguen. Las preguntas vuelven y las respuestas no se dejan encontrar. Perdes todo lo apostado, mientras ves como el rival de en frente se va con los brazos cargados de riquezas. Tus fichas ya no valen para otra vuelta en este juego. Perdiste tu turno. La luz al final del camino ya no es tan clara, se esfuma por momentos, se apaga, vuelve, se pierde entre la niebla. Nuevas luces se presentan, te confunden, te tientan a alcanzarlas. Pero, ¿cuál es la correcta? ¿Cuál es el camino? ¿Qué certezas tengo de que esta vez no voy a resbalar a mitad del trayecto?
Sinceramente no lo sé.
Pero ellos están ahí. Al lado mío, acompañándome incondicionalmente. Desde el momento que levanto vuelo a toda velocidad, hasta que caigo sin previo aviso. Abren el paracaídas para evitar el golpe. Intentan amortiguar mi caída, y en el caso de no lograrlo, me levantan de a poco, con ternura, palabras de aliento, y sonrisas contagiosas.. Secan mis lágrimas, me contienen en su abrazo, lavan una a una mis heridas, las suturan y las cuidan minuisiosamente hasta que finalmente cicatrizan gracias a sus caricias. Una vez más, me empujan a seguir, me dan las fuerzas necesarias para volver a levantar vuelo, me guían indicandome los caminos posibles. Calman mis miedos, responden mis preguntas, consuelan mi angustia, ahuyentan mis dudas, me convencen de que no todo está perdido, me prestan sus fichas para seguir apostando...
Y por sobre todas las cosas, me escuchan repetir el mismo discurso las veces que sean necesarias, hasta que yo me canse de relatarlo, y decida dar vuelta la página. Y volver a empezar un nuevo renglón.. con nuevas palabras, nuevas aventuras, nuevos horizontes, nuevas luces cegadoras, nuevas puertas abiertas, y otras también cerradas, nuevos caminos, nuevos tropiezos, nuevos errores y aprendizajes, nuevas posibles heridas con sus respectivas cicatrices.
Las alas las mismas. La fuerza la misma. La sonrisa la misma.
Ellos, siempre, los mismos. Especiales, incondicionales, mágicos, superpoderosos. Cada uno a su manera, cada uno con su propio don, cada uno aportando su granito de arena a mi felicidad.
Pero siempre, siempre los mismos.



Este blog, por el momento, llegó a su fin.
Algún día quizás vuelva..
Y TODAS LAS RUINAS ENTRAN A BRILLAR,
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.