viernes

Fuerte


Te abrazaría lo más fuerte posible. Fuerte, bien fuerte. Tan fuerte, que se me cansarían los brazos. Que alcanzaría para calmar el dolor que mi alma quiere gritar, y todavía no encontró los oídos ansiosos que quieran escucharla tan dulcemente como vos. Que no me darían ganas de soltarte nunca más. Que te darían ganas de no dejarme sola, de no abandonarme, de acompañarme como antes. Me alejaría de vos solo un segundo para ver tu sonrisa contagiosa, y te volvería a abrazar, fuerte. Bien fuerte, para convencerme de nunca volver a perderte. Me haces muchísima falta, y nadie se da cuenta. Nadie lo nota. Nadie lo sabe. Nadie sabe cuánto te necesito hoy.

jueves

Huir

Una única puerta de entrada. Un laberinto escondido detrás de esa puerta. La decisión de atravesarla, sin mirar a atrás. Sabiendo las posibles derrotas y los posibles fracasos como consecuencia. La decisión de empezar a caminar, jugar, experimentar. Experimentar ese laberinto. Jugar en ese laberinto. Caminar en ese laberinto. Por momentos, un camino lleno de satisfacción, que confirman tus expectativas. Por momentos, un camino lleno de piedras, obstáculos, posibles de superar, pero muy díficiles. Y aparece. Y se hace presente. Y se ilumina, se hace visible, inconfundible, casi perfecta. Una puerta de salida. Una de las tantas falsas puertas de salida. Una de las infinitas forma de escapar, antes de tiempo. La tentación de acercarte. La tentación de alcanzarla. La tentación de abandonar el juego. Y huir. Correr. Lo más rápido posible. Y huir. Dejándote sin posibilidad de pensar en la meta final, sin posibilidad de ver el trayecto ya transitado. Haciéndote creer que es la mejor opción. Huir, y nada más. Engañándote. Mintiéndote. Nublando tu visión. Casi exigiéndote a ser cobarde. A huir, y no asumir la responsabilidad, el compromiso que te exigen tus decisiones. Tus decisiones, y de nadie más. Por malas o buenas, felices, tristes o dolorosas, tus decisiones. ¿Vale la pena huir a esta altura del camino?

miércoles

Gente que no

En el mundo hay dos tipos de personas.
Hay personas que patean hacia vos, sin pensar en las consecuencias, sin reparar en el daño que generan..
Hay personas que a cada palabra que pronuncian sienten tu dolor, a cada gesto reaccionan con una caricia oportuna, y para cada lágrima tienen un abrazo reservado.
Yo elijo ser parte de la segunda ronda.
Hay gente que, definitivamente, no.



Cuida de mis sueños,
Cuida de mi vida.
Cuida a quién te quiere,
Cuida a quién te cuida.
No maltrates nunca mi fragilidad,
Yo seré el abrazo que te alivia.

jueves

El viento que todo empuja

Cuando pensas que volas más rápido de lo que siempre te creíste capaz. Cuando el sol te encadila la vista con sus rayos, y no hay mejor sensación que esta. Cuando crees que la única ruta correcta es la que te marca la luz al final del camino. Cuando ya no hay miedos que te invadan, ni preguntas que te visiten, y tu cabeza está repleta de respuestas y certezas que siguen la senda de la esperanza. Cuando sentís que las heridas de tus alas ya no tienen posibilidad de volver a abrirse. Cuando ya no hay nada que perder, cuando el azar es el responsable de todo lo que pueda pasar de ahora en más, cuando el viento que empuja tu alma parece estar a tu favor, cuando todo está jugado, cuando son más sumas que restas en tus días, cuando ya no importa si el dolor vuelve si las heridas no están suturadas por completo, cuando sabes que todo está bien.
Ahí. Sí, ahí.. justo ahí. En ese momento es cuando sucede.
El viento ya no sopla a tu favor. El sol se esconde entre las nubes y no alcanza a abrigarte con su calor. Tus alas se debilitan, pierden fuerzas, se cansan, se agotan y dudan en seguir. Los miedos te ahogan. Las dudas te persiguen. Las preguntas vuelven y las respuestas no se dejan encontrar. Perdes todo lo apostado, mientras ves como el rival de en frente se va con los brazos cargados de riquezas. Tus fichas ya no valen para otra vuelta en este juego. Perdiste tu turno. La luz al final del camino ya no es tan clara, se esfuma por momentos, se apaga, vuelve, se pierde entre la niebla. Nuevas luces se presentan, te confunden, te tientan a alcanzarlas. Pero, ¿cuál es la correcta? ¿Cuál es el camino? ¿Qué certezas tengo de que esta vez no voy a resbalar a mitad del trayecto?
Sinceramente no lo sé.
Pero ellos están ahí. Al lado mío, acompañándome incondicionalmente. Desde el momento que levanto vuelo a toda velocidad, hasta que caigo sin previo aviso. Abren el paracaídas para evitar el golpe. Intentan amortiguar mi caída, y en el caso de no lograrlo, me levantan de a poco, con ternura, palabras de aliento, y sonrisas contagiosas.. Secan mis lágrimas, me contienen en su abrazo, lavan una a una mis heridas, las suturan y las cuidan minuisiosamente hasta que finalmente cicatrizan gracias a sus caricias. Una vez más, me empujan a seguir, me dan las fuerzas necesarias para volver a levantar vuelo, me guían indicandome los caminos posibles. Calman mis miedos, responden mis preguntas, consuelan mi angustia, ahuyentan mis dudas, me convencen de que no todo está perdido, me prestan sus fichas para seguir apostando...
Y por sobre todas las cosas, me escuchan repetir el mismo discurso las veces que sean necesarias, hasta que yo me canse de relatarlo, y decida dar vuelta la página. Y volver a empezar un nuevo renglón.. con nuevas palabras, nuevas aventuras, nuevos horizontes, nuevas luces cegadoras, nuevas puertas abiertas, y otras también cerradas, nuevos caminos, nuevos tropiezos, nuevos errores y aprendizajes, nuevas posibles heridas con sus respectivas cicatrices.
Las alas las mismas. La fuerza la misma. La sonrisa la misma.
Ellos, siempre, los mismos. Especiales, incondicionales, mágicos, superpoderosos. Cada uno a su manera, cada uno con su propio don, cada uno aportando su granito de arena a mi felicidad.
Pero siempre, siempre los mismos.



Este blog, por el momento, llegó a su fin.
Algún día quizás vuelva..

domingo

Miedo

Tengo miedo, insisto, mucho miedo. Y el miedo me juega una mala pasada. Tengo tanto miedo que no sé como manejarlo. El miedo me paraliza, no me deja avanzar, ni retroceder. No me deja continuar. El miedo me saca todas las fuerzas, saca a la luz mi lado más débil, y me muestra lo poderoso que es. Y no se cansa. Y va a volver a atormentarme las veces que sea necesario para demostrarme que yo no puedo contra él. No se cansa, estoy segura. Y me ahoga en recuerdos que no quiero recordar, y me absorbe toda la calma que junté mientras no me visitaba. Y no va a parar. Sé que no va a parar. No se va cansar de venir a divertirse con mi mal estar. No se va a dar por vencido. Pero yo tampoco. Aunque pierda lágrimas, aunque pierda fuerzas, aunque pierda mi equilibrio y no pueda controlarme, yo tampoco me doy por vencida.


martes

Pensé

Pensé que era capaz. Pensé que podía alejarme. Pensé que ya me encontraba fuera de tu alcance, que no era vulnerable a tu perfume, a tu sonrisa, a tus palabras. Pensé que el solo hecho de mirarte no iba a derrumbar mi decisión de que ya no seas parte de mí. Pensé que ese muro que habíamos decidido construir hace un tiempo entre los dos, era imposible de derrocarse. Pensé que iba a ser fuerte, pensé que iba a lograr superar tu ausencia que hace rato venías anunciando en forma de cuotas. Pensé que el extrañar el calor de tu alma las primeras noches, el extrañar tus brazos sosteniéndome y protegiéndome de cualquier resbalo posible, el extrañar tus manos buscando las mías, era uno de mis tantos caprichos que no se terminan por satisfacer. Ingenuamente pensé también, que con el correr del tiempo, me acostumbraría a no escuchar tu voz. Pensé que no necesitaba más que tiempo. Pensé que te olvidaría. Pensé que me olvidarías. Pensé que lograríamos vernos como dos desconocidos que se saludan por compromiso. Pensé que íbamos a lograrlo. Pensé que verte feliz, iba a ser la excusa perfecta, para confirmar que habíamos hecho las cosas bien. Y ya ves, amor, al fin de cuentas, no soy capaz, no soy fuerte, no soy esa persona que pensó que podría olvidarte, borrarte, dejarte ir como si nada, sabiendo inconscientemente que ninguno de los dos estaba de acuerdo en la construcción de este muro que hoy tanto nos separa y nos duele. Te juro, y te lo hago saber las veces que sea necesario, pensé de forma errónea, que éramos capaces.



(uno de los tantos que encontré...
¿
estoy a tiempo todavía?)

sábado

Tregua

¿es mucho pedir? unos.. dos días, con eso juro que me alcanzaría. solo dos días. y olvidarme de todo, y olvidarme de todos. olvidarme de lo que me queda por decidir, lo que me queda por hacer, lo que me queda por pensar, lo que me queda por esperar.. solo dos días, y me alcanza. dos días y juro que vuelvo igual de renovada. pero, esta vez exigiría que las ondas positivas, vengan con unos meses más de duración.. (las que trajimos en las mochilas, se agotaron de toque)

jueves

Humedad

Después de un laaaargo día laboral como los que vienen siendo hace unas semanas, después de escuchar todo el día la misma pelotudez, y después de que todo esto y muchas cosas más seguro, desemboquen en un gran dolor de cabeza interminable, paro un segundo y digo: ¿por qué la humedad tiene culpa de todo? ¿Quieren ejemplos? Voy a enumerar un par de situaciones del día de hoy, que terminaron siendo parte de una conversación en el almuerzo, y nombro estas por que son las situaciones que más frescas tengo en mi cabeza.
SITUACION 1: - “Ay, ¿qué te pasó en el pelo?! ¿Intentaste hacerte un brushing y te salió mal, o directamente no te peinaste? ” “Eemm.. es la humedad”.
SITUACION 2: - “Che, me mata la cabeza” “Si, seguro es la humedad
SITUACION 3: -“¡Qué mala onda que estás!, ¿te despertaste de mal humor?” “No, sí, tenes razón, discúlpame, es la humedad viste?”
SITUACION 4: -“No te parece que el subte está tardando mucho en venir?” “Quédate tranqui… es la humedad que genera demora”
SITUACION 5: -“Todo mal, el chico que cada vez que pasaba me desnudaba con la mirada, no me llamó nunca desde que me animé y le di un papelito con mi número” “Noooo, pero no te pongas mal, si? ¿Sabes que pasa? Es esta humedad que hace que no te llame, pero seguro, SEGURISIMO, que se muere de ganas, te lo aseguro!”
SITUACION 6: -“Ese tipo de allá, me está siguiendo hace tres cuadras” “Pobre, compréndelo, está intentando escapar de la humedad, y piensa que sabes cual es el camino..” ¿¿?¿
O sea, hola, yo diría que empecemos por hacernos cargo de nuestros actos, y la humedad nos va a empezar a ahogar y molestar un toque menos. Para mí, que de tanto nombrarla en vano, la mina más aparece para hacernos la vida imposible. Tendría que haber un mandamiento climático, “no usar el nombre de la humedad en vano” y así se va a aburrir de tanto aparecer, y no tendríamos que escuchar estas excusas baratas nunca más…
Si no te peinas, hacete cargo. Si te mata la cabeza, tomate una aspirina, o golpéatela contra la pared. Si la otra persona te contesta mal, contéstale con tu más falsa amabilidad posible así le molesta. Si el subte no viene, espéralo, ya va a venir.. Y si ese chico, después de mirarte todos los días cada vez que pasaba por al lado tuyo, después de que fueras re cararota a darle tu celular, y después de que siga pasando por al lado tuyo buscando tu mirada, no te llama, seguramente, no tiene crédito.. (Y noooo, no vayas a ahogarlo con preguntas al estilo: ¿por qué no me llamas? ¿Por qué me miras? ¿Por qué ahora que tenes mi número no me mandas mensajes? Decime, dale, ¿por qué me seguís mirando en vez de hacer algo? Contéstame, ¿POR QUEEE? Te aseguro que es preferible pensar que no tiene crédito, a enterarte que es gay y te mira para averiguar donde te compraste ese pantalón de payaso que te queda tan bieeeen, PERO A EL LE QUEDARÍA MÁS LINDO. No, definitivamente, no hagas eso.)
Lo que una tiene que escuchar a veces, eh.

martes

Última noche en Salta - parte 2

La última noche en salta, después de recorrer la belleza en la que se transforma esa ciudad pasadas las ocho, con todas las luces de los edificios históricos alrededor de la plaza principal, nos decidimos a sentarnos en un banquito de la plaza, en frente de la catedral. Yo opté por sentarme en el suelo, apoyando mi espalda en el banquito, mientras mi amiga, y la chica que nos acompañaba, se sentaron una a cada lado. Un rato después de sacar infinidades de fotos a cada lugar iluminado, un rato después de intentar sacarle una foto fallida a majo en medio de la calle (y que pase un auto y le saqué una foto re tierna, en la que ella sonreía para mi cámara, y terminó captándola mucho mejor el conductor de dicho auto), ese rato después, nos quedamos las tres en silencio. Pasó una señora, muy mayor, por al lado nuestro, con muchas bolsas en la mano, no me acuerdo si tenía bastón, o si, solo el hecho de que era mayor y caminaba con pasos muy lentos y pausados, me hace imaginármela con un bastón inexistente. La señora se dispuso a cruzar la calle que separaba, a nuestro banquito en la plaza, de la catedral. Como sus pasos eran muy lentos, muy pausados, y hasta demostraba ser padecidos de manera muy triste por la señora, nos quedamos las tres mirando todo su recorrido. A lo lejos venía un auto, paseando, un poco distraído capaz, o muy atento, no lo sabemos. Lo único que sabemos, que si hubo algo que interrumpió nuestro silencio, para nada incómodo, fue nuestra preocupación de si el señor/turista/habitante que iba paseando, distraído o no, había visto a la señora mayor con bastón (existiese o no), que estaba cruzando muy lentamente, cargada de bolsas. Después de eso, volvió el silencio. Vimos como la señora entraba por una puerta, al lado de la catedral, a su casa, su refugio, o a algún lugar que no sabemos ni vamos a saber nunca que era. Las chicas siguieron hablando como si nada, pero a mi me generaron ganas de interrumpirlas, y decirles lo que me quedé pensando. Me quedé pensando, en el momento en que lleguemos a esa edad, en el momento que nos cuesten los pasos, en el momento en el que tengamos un andar tan cansado y resignado, que trasmitamos a los ojos de otras personas, la existencia de un bastón invisible, en el momento en el que no tengamos a nadie de las personas queridas a nuestro alrededor, en el momento en el que estemos solas en la vida, sin nadie que nos ayude a cruzar la calle, o se preocupe por si miramos a ambos lados, en el momento en el que todo nos cueste mucho más, y arrastremos con nuestro cuerpo el cansancio acumulado después de tantos años vividos. Me quedé pensando además, y di por sentado, que esa señora estaba sola. Estaba sola esa noche, estaba sola cruzando la calle, estaba sola en la vida. Me da miedo, y me dio mucho miedo pensar en esto. Me da miedo pensar que en algún momento voy a llegar a ser como esa señora mayor. Me da miedo pensar, que gente que yo quiero también va a llegar a esa instancia. Me da miedo que pase el tiempo, y no darme cuenta de gente que me necesita, como en ese momento la señora, quien sabe si, necesitaba de alguien querido al lado de ella. Me da miedo, en serio. No quiero ni imaginármelo. Me aterroriza el solo pensar de poder perder a alguien, de que las cosas sean distintas, de que yo no pueda hacer nada contra el reloj de la vida. Todos crecemos, y llegamos a ese momento. Pero yo no quiero eso, ni para mí, ni para la gente que me importa. Me dan ganas de agarrarlos a todos, ahora, y encerrarnos en una burbuja anti-edad, que no nos permita ni envejecer, ni sufrir daños, ya sea de inseguridad, físicos o sentimentales, lo que sea. Me gusta tener las cosas bajo control, y me gusta que la gente que quiero no sufra riesgos, por más mínimos que sean. Me angustia que pase algo, y no poder controlarlo, o no poder ayudar a alguien, aunque este mas allá de mi alcance. Es una postura muy egoísta, necia, y poco coherente, ya que el tiempo corre igual. Pero sinceramente, me da miedo, pensar que mientras yo trabajo, alguien que quiero puede estar sufriendo o puede sentirse sola, o puede estar mal por X motivo, y yo no me estoy enterando, estoy ajena a eso. Vuelvo a repetir, me dan ganas de abrazarlos a todos y no dejarlos ir de mi lado, ni de mi alcance. Creo que las chicas después de escucharme decir un resumen de todo esto, me habrán mirado con cara de “esta piba está loca, la tarta de vegetales le pegó feo” pero como no les veía las caras, ni me preocupo. Dos minutos después, se nos acercó una perrita muy linda, que a la legua se notaba que estaba re embarazada. Y si a mi amiga, hay algo que la caracteriza, es la sensibilidad que tiene por esas criaturitas lindas. Empezó a acariciarla, al ritmo de acompañar cada caricia con un “pobrecita, estás sola”. Lo mismo que veía yo en una señora mayor, ella lo veía en una perrita embarazada. A lo que después de un rato largo de escuchar los repetidos “pobrecita”, le aclaré a mi amiga, que no sabíamos si era pobrecita, no sabíamos si estaba sola, no sabíamos si estaba triste, es posible que la perrita embarazada fuera feliz, y nosotras no lo sabíamos, solo nos quedábamos con la imagen que nos transmitía. A lo que mi amiga respondió, quizás la señora mayor que cruzaba la calle, también es feliz.

lunes

Silencio

Un silencio cómplice, un silencio en común, un silencio nuestro, un silencio de acá estoy. Un silencio. Tan sólo, un silencio. Un silencio incómodo, un silencio de ataque, un silencio de indeferencia, un silencio de no existis. Un silencio.



Echó café en la taza.
Echó leche en la taza de café.
Echó azúcar en el café con leche.
Con la cucharilla lo revolvió.
Bebió el café con leche.
Dejó la taza sin hablarme.
Encendió un cigarrillo.
Hizo anillos de humo.
Volcó la ceniza en el cenicero sin hablarme.
Sin mirarme se puso de pie.
Se puso el sombrero.
Se puso el impermeable porque llovía.
Se marchó bajo la lluvia.
Sin decir palabra.
Sin mirarme.
Y me cubrí la cara con las manos.
Y lloré.

Desayuno - Jacques Prévert

jueves

Desatención amable

Dos personas pasan una al lado de la otra en la calle. Ambas intercambian una breve mirada, captando rápidamente el rostro y la forma de vestir de la otra. A medida que se acercan y en el momento que se cruzan, tuercen la mirada evitando los ojos del otro.
El hecho de que los caminantes intercambien una mirada rápida y luego tuerzan la mirada cuando están muy próximos, no es en absoluto lo mismo que ignorar a la otra persona.
Cada individuo indica al otro que se da cuenta de su presencia, pero evita cualquier gesto que pudiera considerarse demasiado atrevido.
Mediante esta desatención recíproca, las personas se indican entre sí que no hay razones para sospechar de las intenciones de los demás, mostrarse hostil con ellos o evitarles de algún u otro modo.
En ciertas ocasiones una persona puede mirar fijamente a otra, dejando que su rostro exprese abiertamente una emoción concreta. Esto sólo ocurre normalmente entre los amantes, los miembros de una familia o los amigos íntimos, o también cuando una persona se enoja con otra. Los extraños o los que se encuentran casualmente, ya sea en la calle, en el trabajo o en una fiesta, prácticamente nunca mantienen la mirada de otro de esta manera. (...)

miércoles

Última noche en Salta.



Para los que no saben la realidad de la historia, en el hostel que nos quedamos, teníamos incluida la cena. (un detalle importantísimo, teniendo en cuenta que al otro día volvíamos a Bs. As, y nos quedaban monedas en los bolsillos). Cuando llegamos, había una pizarra muy grande en la cual decía: MIERCOLES 22 HS, ASADO, BACKPACKER HOME (el hostel principal de esa cadena). Quisimos preguntar para prepararnos mentalmente para degustar un sabroso asado, si realmente la cena que habíamos pagado se refería a la del asado. El divino y simpático chico que atendía la recepción nos respondió. "ah no, el asado se paga aparte, su cena es una tarta de vegetales" BUEEEEENIIISIIMO. Como ya mencioné antes, no teníamos más plata para pagar un asado que seguramente llegaría frío a nuestros estómagos (en realidad, era una de las excusas que utilizamos para mentalizarnos, ahora, con la riquiiisima tarta de vegetales que ibamos a terminar comiendo). Antes de irnos para el otro hotel, nos paró un inglés, que hablaba una mezcla de portugués con español, y nos dijo, "van para el asado?" y nosotras re resignadas, le respondimos que no, que nosotras ibamos a comer tarta de vegetales. A lo que el chico se dio vuelta, y miro con cara de "xq ellas comen tarta de vegetales y yo un asqueroso asado" al chico de la recepción. El chico de la recepción le respondió: "es en el mismo lugar la cena", como para no tener que dar explicaciones de los menues y utilizarnos como guía del señor inglés. Vale aclarar que nosotras tmb estábamos perdidas y tuvimos que preguntar como ocho veces donde quedaba el bendito hotel donde repartían tartas de vegetales ¿? En el camino ibamos imaginándonos la situación, todos sentados en una mesa redonda compartiendo asado y mucha bebida alcohólica, y nosotras atrás en una mesita chiquita como para nenes, comiendo nuestra asquerosa tarta de vegetales, y siendo señaladas por todos los comedores de asado, como las ratas del hotel. Llegamos al lugar de la cena, y yo le dije al chico de la barra: hola! somos las de la tarta, por donde nos sentamos? hay una mesita en el baño para nosotras? El chico me respondió muy despectivamente: la tarta te la debo, siéntense por allá atrás. OK, SIMPATIQUSIIMO. No solo nos refregas en la cara que no voy a comer asado, sino que me decís que la tarta no va a ser mi cena. OH MY GOD que será de mi cena? Finalmente, nuestra cena termino siendo un triste salpicón de ave lleno de cebollas, que lo que menos tenía adentro era pollo deshuesado, pero por mi parte me comí todos los tomates, y me tomé todo mi jugo de naranja. (tmb recibimos críticas del estilo: "es miércoles a la noche y tomas jugo de naranja") Cuando terminamos, decidimos dejar el lugar donde comían en nuestra cara asado y se emborrachaban de lo lindo para dsp tirarse a la pileta desnudos (no, lo que pasa es que nadie tenía malla a mano). Antes de irnos, las chicas jugaron un tristísimo partido de ping pong, y salimos a recorrer la hermosa e iluminada noche de salta. Pero esa... esa es otra historia :)


lunes

¿Cómo pasó?

¿Cómo fue que pasaste de ser mi ídolo, mi ejemplo a seguir, el superhéroe de mi vida, a esto? ¿Cuándo fue que me di cuenta que ni súper-poderes, ni súper-sentimientos tenías dentro? ¿Cuándo fue que toda esa supuesta felicidad que me deseabas para mi vida, era toda una mentira? ¿Cuándo fue que deje de creer que querías lo mejor para mí? ¿Cuándo fue que me di cuenta lo que realmente sos, lo que realmente fuiste, lo que realmente querés y lo que realmente quisiste siempre? ¿Cuándo fue que la vida me hizo abrir los ojos y verte tal cual sos? ¿Qué hago con toda la admiración que tenía hacia vos? ¿Qué hago con todo esto? ¿Cómo hago para mirarte a los ojos de nuevo? ¿Cómo hago para abrazarte y no acordarme de tus palabras? ¿Cómo hago para olvidarme el daño que causaste al escucharte pronunciar tal barbaridad? ¿Será que antes no veía las cosas con la claridad con la que las veo ahora? ¿Será que me engañaste? ¿Será que te creí? ¿Será que cambiaste, o siempre fuiste igual? ¿Será que yo cambié y las cosas que antes no me dolían, ahora me duelen? ¿Será que te creía la persona que mejor me conocía, y terminaste siendo un extraño en mi vida, de la noche a la mañana? ¿Será que te veo y no sé de que hablarte? ¿Será que estoy siendo cruel con vos? Pero… pará. Vos lo fuiste conmigo, y lo seguís siendo a pesar de las consecuencias, a pesar de las lágrimas y de las veces que tuviste que decir “perdón”. Seguís siendo el mismo de siempre. Seguís teniendo los mismos intereses. Seguís siendo la misma persona, nunca cambiaste. Yo cambié, yo crecí, yo te veo de una manera distinta. Si me preguntan como sos, realmente, no sé que contestar.. No creo tampoco que vos puedas contestar algo más profundo con respecto a mí. Muero de ganas de volver el tiempo atrás... y seguir pensando ingenuamente que sos el mejor de todos, que sos intocable, que no tengo nada que reprocharte, pensando que quiero ser como vos, que sos mi único ídolo. Y no, ¿sabes qué? Ya no me duele. Ya aprendí. Ya sé quien sos, y sé que no vas a cambiar por más de que llore, patalee, grite o rompa cosas. Pero yo sí, ¿sabés? Yo cambié, yo voy a cambiar y voy a seguir cambiando. Sentite orgulloso, me diste una lección, si, una aunque sea. Igual gracias. En serio, gracias. Seguís siendo mi ejemplo, pero de lo que nunca quiero llegar a ser.


a veces las cosas no sólo son como vos las ves..

jueves

Cambios

Cuando pienso que ya no hay nada más que me pueda llegar a pasar, que tengo todo bajo control, que esos pensamientos no volverán a visitarme, por varios días... ellas surgen. Nuevas situaciones. Nuevas reacciones. Nuevos paradigmas. Nuevas reflexiones. Nuevas soluciones. Nuevos cambios. Me enfrento a una nueva situación, se para ante mi un nuevo paradigma. Jamás antes visto. Jamás antes vivido. Pienso y re-pienso mis actos del pasado, intento encontrar la solución que alguna vez me pudo haber sacado de situaciones similares, algún que otro aprendizaje que me haya dejado alguna marca, pero no. Es una nueva situación que tengo que afrontar, después de la angustia, la bronca y la impotencia que me recorren el cuerpo, para que ratos más tarde llegue la solución. Y con ella el cambio. Diferentes personas, diferentes situaciones. Diferentes reacciones. Diferentes paradigmas. Diferentes soluciones. Por ende, diferentes cambios.

Realidad

La realidad es la realidad. A veces no es nada parecido a lo que pensamos que es. Tenemos distintas versiones, en cada uno repercute de forma distinta, cada uno tiene su versión de la propia realidad. Pero siempre, la realidad es la realidad. Y aunque nos pese, aunque no querramos creerlo, aunque tomemos la decisión de quedarnos firme frente a nuestra postura de lo que tenemos nosotros por realidad, la realidad sigue siendo la realidad. Más allá de las veces que volemos fuera de ella. Más allá de las veces que otras personas, situaciones, momentos.. nos puedan alejar tanto de ella, siempre la realidad es una. Y ¿qué hacer cuando esta nos gana la batalla, y nos pone de un golpe los pies sobre la tierra? ¿Cómo volver a mirar hacia el frente, despúes de tal humillación? Es díficil. Es triste. Es doloroso. Si, duele. Porque duele. Duele darte cuenta que la realidad, es eso.. realidad. Y que aunque querramos negarlo, no verlo, no afrontarlo, la realidad es esta, y no se puede cambiar, por más fuerza que ejerzamos en contra de ella. La realidad es una, no la puedo cambiar, y me duele. Me duele como desde el primer día, ni un poco más, ni un poco menos. El dolor sigue siendo el mismo. El dolor sigue intacto. Aprendí hace muchos años a convivir con este dolor. Aprendí a ocultarlo. Aprendí a no verlo, aprendí a disimularlo, a pensar que ya no existía. Hasta aprendí a encontrarle el lado positivo a todo este dolor. Hay algo de lo que si estoy segura.. después de unos días, voy a volver a caer en la misma ingeniudad, y ella va a venir con todo su poder de desafiante, a intentar voltearme sin cuidado, y va a lograr derrotarme una vez más, como lo está haciendo hace unos varios días, como lo hizo hoy, como lo hizo siempre.. Maldita realidad.

domingo

Te extraño.

Te extraño. Todos te extrañamos. Pero yo te extraño más. Porque yo lo siento así. Porque aunque suene muy egoísta, caprichosa, posesiva, te quiero conmigo. Porque todavía no caigo en la cuenta. Todavía no creo, ni quiero creer, que te fuiste hace casi un año. Porque a partir de ese momento, las cosas cambiaron mucho, todos cambiamos mucho, yo cambié mucho, y no estás vos. Te extraño. Te extraño, y de lo único que tengo ganas, es de llorar y gritar al viento ¿por qué a vos?. Te extraño y te necesito. Porque quiero volver a recorrer esa casa, traspasar los pasillos internos corriendo, cruzar esa puerta que da hacia el patio, y encontrarte ahí, sentando en la sombra, con la radio prendida, leyendo el diario, o mirando el cielo... Porque quiero escucharte opinar sobre el tiempo o las noticias de último momento. Porque quiero escucharte hablar de tus anécdotas con tanta pasión. Porque quiero verte emocionar, cada vez que me repetís con la misma euforia, esa hermosa historia de tu vida. Porque te necesito acá conmigo, para que sonrías con mis logros, y me abraces cada vez que lloro por mis fracasos. Para que me ayudes a seguir adelante, y nunca bajar los brazos. Te extraño, cada día más, y a la vez, creo que no es posible extrañarte más. Porque todo me hace acordar a vos. Porque no hay cosa, por más simple o vulgar que sea, que no me haga recordar alguna de tus frases. Porque la última vez que te vi, supe que era nuestra despedida, y no quise aceptarlo. Porque todavía me cuesta afrontar el que no estés acá. Porque te sigo viendo en todos mis sueños. Porque hay miles de cosas que me encantaría contarte, y se que estarías orgulloso de mí. Porque te necesito, y te extraño, y no sé si tu recuerdo está limpio en los demás, pero en mi corazón seguis siendo la persona más increíble y maravillosa que conocí. Te extraño, y a veces tengo miedo de haber derrochado el tiempo, de no haberte aprovechado lo suficiente cuando te tenía cerca. Te extraño, y tengo la mínima ilusión, de que, estés donde estés, seguis mis pasos, sin perderte nada, sin sacarme la vista de encima, sin dejarme sola. Porque se acerca tu cumpleaños, y no sé si voy a poder sobrevivir a ese mar de llanto que se aproxima con ansias. Te extraño Tito. Y te juro, que todavía, no entiendo como pasó todo.

Guerras

Algunas guerras nunca acaban. Otras terminan con una difícil tregua. Algunas guerras resultan, una victoria completa y total. Algunas guerras terminan con un tratado de paz. Y algunas guerras terminan en esperanza.
Pero estas guerras no son nada, comparadas con la guerra más desafiante de todas... La que aún queda por luchar. La que aún queda por ganar, o perder. Pero siempre luchar. Para no quedar derrotado. Para mantenerse en pie. Para seguir transitando este juego lleno de espinas y aromas.


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viernes

unas veces crees que todo da igual, que es mejor bajarse que continuar... otras veces ves que esto no es verdad, que la niebla niega la claridad. y hoy quiero mirar hacia el sol, y gritarle que el dolor es una equivocación. y quiero pensar que es así, que hay remedio contra cualquier mal; debemos seguir. vuelvo a recordar, tal como hice ayer, que a veces el dolor le cede sitio al placer. entonces todo es más fácil de entender, la niebla empieza a desaparecer..

miércoles

Palabras

Palabras. Son palabras las que me faltan. Son palabras las que dan vueltas como a la velocidad de una calesita fuera de control, pero dentro de mi cabeza. Sin parar, sin respiro, sin orden, sin voluntad para armar una frase concreta y madura, y poder decirte todo lo que pienso. Palabras. Palabras son las que me harían falta para explicarte como me siento. Palabras, que no se donde están. Palabras que no encuentro. Palabras que no me son fáciles de pronunciar. ¿Cómo hacer para que me entiendas? ¿Cómo hacer para que no te vayas? ¿Cómo hacer para no espantarte con todo lo que mi cabeza piensa, y a la vez, mi boca no puede decir? Esas palabras que sé, que si no las digo, voy a perder el turno, y todo lo que pude haber dicho, no va a valer la pena en la otra vuelta. Esas palabras, que por miedo a encontrarlas, se esconden cada vez más. Esas palabras que intentan escaparse de mi mente, y no encuentran todavía la posibilidad de ser pronunciadas. Esas palabras que no querés escuchar. Esas palabras que no quiero escucharme decir. Las mismas palabras que en el tiempo y lugar indicados, hubieran evitado tantos accidentes, que hoy inútilmente intentamos reparar. Las mismas palabras que ninguno de los dos tiene el valor de afrontar. Esas palabras. ¿Dónde están?

martes

Alteridad

Dicese del principio filosófico de "alternar" o cambiar la propia perspectiva por la del otro, considerando y teniendo en cuenta el punto de vista, la concepción del mundo, los intereses, la ideología del otro; y no dando por supuesto que la de uno es la única posible. El término alteridad se aplica al descubrimiento que el yo hace del otro, lo que hace surgir una amplia gama de imágenes del otro, del nosotros, así como visiones múltiples del yo. Tales imágenes, más allá de las diferencias, coinciden todas en ser representaciones más o menos inventadas de personas antes insospechadas, radicalmente diferentes, que viven en mundos distintos dentro del mismo universo. La alteridad como concepto antropológico, también se ve como el descubrimiento que el yo hace del otro. Una persona a través de la interacción con el otro puede conocer cosas del otro que antes no había conocido, de esta forma se crean imágenes e ideas sobre el otro que antes no se conocían. En general, las personas en su vida cotidiana y en su interacción con los otros pre-establecen imágenes de los otros teniendo en cuenta solo su visión de las cosas y con los parámetros con los que él se ha ido desarrollando. En esta medida se crean imágenes propias de otras personas u otras culturas sesgadas solo por conocimientos propios sin tener en cuenta el desarrollo del otro. La alteridad surge como la idea de ver al otro no desde una perspectiva propia, sino teniendo en cuenta creencias y conocimientos propios del otro. Pero, yo me pregunto, ¿cuán cierto es esto? ¿En qué medida aplicamos la alteridad, con que neutralidad? ¿En qué medida nos abrimos al otro, sin algún previo juzgamiento, sin ninguna previa crítica? Porque es muy fácil criticar al otro, por lo que hace, dice, piensa, de que manera y como lo hace, ya que es distinta a lo nuestro. Todos pertenecemos a un grupo. Un grupo grande, chico, con muchos integrantes o pocos. Pero a ese grupo nos unen semejanzas, que a la vez, son un conjunto de diferencias con respecto a los otros grupos. Y ese sentido de pertenencia (aunque las semejanzas entre dichos integrantes sean efímeras) es el que nos juega en contra, cuando estamos frente a otro grupo, totalmente distinto al nuestro, pero a la hora de organizarse y de sentirse grupo es igual al nuestro, y a todos los demás. Ese sentido de pertenencia, y el asombro, que nos puede llevar encontrarnos con un grupo o una persona distinta a nosotros, que no es aprovechado de la mejor manera. Ese asombro nos lleva a criticar al otro, sin dejar que nos muestre el otro como es en realidad. Ese asombro nos lleva, a decir que lo nuestro es lo acertado y los otros son los equivocados. Y nosotros, ¿sabemos si el otro grupo no piensa exactamente de nuestro grupo? ¿No sería más interesante, poder auto criticarnos, viendo las diferencias que tenemos con el otro grupo, y así, ser un poco más comprensibles con los individuos que conviven en nuestra sociedad, comprendiéndonos los unos a los otros? No siempre la otra persona (ya no hablo de grupos, en los cuales hay integrantes que a la vez difieren en muchas cosas entre sí) va a ser igual a uno. Si así fuera seria muy aburrido transitar por calles, con gente exactamente igual a nosotros, con clones de una sola persona con los mismos intereses, mismos puntos de vista de la vida, y mismos objetivos. No siempre la otra persona, va a esperar lo mismo que vos, no va a responder de la misma manera, y no va a tener cuenta lo mismo que vos. Lo bueno de esto, es que si nos abrimos a la otra persona, y dejamos que aquella otra se muestre como es, podemos llegar muy lejos juntos, de a dos, compartiendo las diferencias, y haciendo de ellas, una semejanza. Porque lo que vos crees, no es lo que cree el otro. Porque ni tu yo esta muy acertado, ni muy equivocado, ni el otro. ¿Por qué no ponerse en el lugar del otro? ¿Por qué no dejar que el otro se ponga en nuestro lugar? ¿Por qué no dejar que la vida se vuelva más interesante y más divertida, con todo lo que nos queda por descubrir día a día, junto a los otros? Investígate, investígalo, investiga. Te vas a sorprender con tu descubrimiento, y ahí sí, no hay libro de antropología que describa esto..

domingo

Naturaleza humana

"...en tanto poseedores de un organismo biológico, sentimos, sufrimos, necesitamos alimentarnos, descansar, dormir. pero simultáneamente es el ambiente social y el cultural el que interactúa dinámicamente con lo biológico, redefiniendo la respuesta: el grado de excitabilidad, los límites de resistencia, difieren en cada cultura, del mismo modo que los esfuerzos irrealizables, los placeres extraordinarios, están más relacionados con los criterios sancionados por la aprobación o desaprobación del grupo de pertenencia que por las particularidades de la especie..."
Mauss - Lévi-Strauss

viernes

Esperar.

Esperar. Esperamos siempre. Estamos acostumbrados a esperar. A esperar que en el visor del microondas avancen los segundos lo más rápido posible para poder desayunar nuestro café, como todas las mañanas. A esperar que el subte llegue a la estación. A esperar en la cola de un banco, de un restaurante de comida rápida, de un supermercado. A esperar un llamado que nunca llega. A esperar al delivery que siempre se retrasa, a esperar que sea la hora para ver esa serie que tanto nos gusta. A esperar el resultado de ese final que nos comió la cabeza las noches anteriores. A esperar en un hospital, a esperar que llegue el día que tanto deseamos para ver a esa persona que nos llena el alma, a esperar por respuestas que están tan lejos. ¿Cuánto más estamos dispuestos a esperar? ¿Cuánto más podemos esperar? ¿Cuánto más queremos esperar? ¿Cuánto más? ¿Hasta cuándo? ¿Llegará el momento en qué nos cansemos de esperar? Esperamos, por personas queridas, por momentos imaginados, por situaciones inolvidables. Esperamos a que la persona indicada llegue en el momento justo. Esperamos que las cosas salgan como nos gustan. Esperamos a otros. Esperamos a las decisiones de los demás. Pero, ¿hay alguien que espere por nosotros? ¿Hay, realmente, alguien, que en este infierno de caras desconocidas que creen conocerse, esperando por nosotros? Un hombre cruza la calle sin mirar a ambos lados, cansado de esperar que el semáforo cambie. En esa misma esquina, se encuentra un colectivero, que está, también, cansado de esperar que el taxista que lo antecede, se decida a avanzar más rápido. Se adelanta en su maniobra, y sin darse cuenta de la aparición del hombre cansado de esperar, el colectivero, también cansado, lo atropella. Una señora, que, aunque parezca insólito, a su edad, no tenía mucho ya que esperar, más que una pequeña cola en el almacén cada domingos por medio, decide llamar a la ambulancia. Una ambulancia que nunca llega. El hombre cansado de esperar por el semáforo, y ahora por la ambulancia que jamás llegará, no aguanta sus últimos signos vitales, y muere. La señora que todavía no estaba cansada de esperar, se para a mirar la situación desde afuera, desde su punto de vista, desde el rol de no sentir la presión de esperar, como todos los demás allí presentes, piensa un momento, en el pobre hombre que yace recostado en el suelo. El pobre hombre, que de tanto aguantar la espera, se quiso enfrentar a esa presión, y la maldita espera, le terminó ganando la partida. Que pena, piensa la señora, la familia de este hombre cansado, esperándolo en su casa, con la cena servida. Y él no. Él nunca, nunca va a llegar. Aunque lo esperen, nunca va a llegar. Pero, ¿hay alguien, se pregunta, que realmente lo espere? ¿Hay alguien esperando su llegada, hay alguien esperando por él y su compañía? ¿O acaso estaría él, antes de lo sucedido, esperando por alguien en su vida? Esperando a alguien, que quizás tampoco nunca llegó. ¿Seria en este caso, una revolución, el haberse cansado, de esperar por un simple cambio de luz? ¿ Sería en este caso, una burda pantalla, una estúpida consecuencia, una efímera representación, del verdadero cansancio que sentía el hombre, cansado de esperar, en realidad, a alguien en su vida, a algo en su vida, de esperar, mejor dicho, algo de la vida? A la vez, yo me pregunto, ¿existe el momento en el que decidimos darnos por vencidos, no esperar más? ¿El hombre cansado, tuvo un instante de inspiración, y agotado de esperar, dijo en sus adentros “yo no espero más”? ¿Cuándo se dice basta? ¿Se dice basta? ¿Hacemos bien al esperar ese algo? Y en el caso de que nos cansemos de esperar, ¿estaríamos tomando una decisión errónea? ¿Cuánto más hay que esperar? Siento que de tanto esperar, se pasa la vida. No sé ni siquiera que estoy esperando. ¿Sigo esperando? ¿Qué estoy esperando? Ya no sé ni que esperar. Tengo la tonta ilusión, de que tranquilamente puedo seguir esperando a que venga alguien mágico, y me diga, “es hora de que no esperes más”. Pero estaría, inocentemente, esperando a su llegada. Esperar. No quiero esperar más. No sé cuánto tiempo tendré que seguir esperando, y no sé cuando voy a poder decir, yo ya no espero más.

lunes

Rutina

Abre los ojos, sin noción de que todavía los tiene abiertos. Los cierra, y los vuelve a abrir. Y así, dos o tres veces, hasta que cae en la cuenta de donde se encuentra. Un rayo de sol primaveral se escurre entre el mínimo espacio que separan a la cortina de la ventana. Mira a sus costados. Un día más. Un día más en el que despierta sin todavía despertar. Un día más que en sus costados, solo yacen sábanas lisas y vacías. Un día más sin otro cuerpo a su lado, un día más de tantos que quedan por venir. Tiene la humilde ilusión de un día prometedor. La misma ilusión de todas las mañanas. Esas mismas mañanas, en las que abre los ojos, los vuelve a cerrar, y al abrirlos nuevamente mira a sus costados, y nada. Se levanta con esa ilusión como motor compañero durante todo el día que le queda por delante. Busca en su silla, la ropa que dejó preparada desde la noche anterior. Esa silla, que parece ser la única compañera fiel todas sus mañanas. La ropa, que dejó arriba de la silla, la noche anterior. Esa noche anterior que terminaba con la ilusión de que hoy sería un día más prometedor que ayer. (...) Y así, todos los días. Todas las mañanas y todas las noches. Esas mañanas que prometen tanto, esas noches que pinchan todo globo existente que pueda a llegar a tener al despertar. Ese día ya está. Hoy ya fue. Queda mañana. Y mañana, y mañana. ¿Pero habrá alguna mañana prometedora que termine con una noche cumplidora? Ese día ya pasó. Y al recordarlo antes de cerrar los ojos ya estando en su cama, piensa, que no fue tan largo el día. Los días, que al pasar, y al otro día recordarlos, no parecieron ser tan padecidos. Pero en realidad, sí. Esos días en los que todo es rutinario. Nada cambia. ¿Algún día cambiará?

viernes

Quiero..

Más allá de la ignorancia que tienen algunos de creer que es posible pasar del 31 de diciembre al 1 de enero, y cambiar (aparte de año) todo lo que quieras cambiar, en tan sólo dos milesimas de segundo. Yo creo que terminé un año re triste, que no fue tan malo en su totalidad, pero con sus momentos bajos más a último momento, y recibí otro con una sonrisa automática, en solo cuestión de segundos. No sé si será símbolico el cambio de año. No sé si será un cambio de día como los de los restantes 364 días. No sé si en serio uno espera el cambio de año para proponerse distintas cosas, para cambiar, para escucharse a sí mismo, o si tiene que ver con la idea de cerrar estapas y abrir nuevas, de terminar un año y empezar otro con distintas proyecciones e ilusiones por cumplir. No sé, para cerrar etapas tenemos el tiempo que nosotros le querramos dar. Pero si sé, que caí en la cuenta de que se puede cambiar si uno quiere, y sé puede hacer lo que uno quiere hacer, y no lo que a los demás les gustaría. Al fin y al cabo, yo sola puedo saber que me hace feliz y puedo luchar por eso. Es como un poco absurdo haber esperado el cambio de numerito de año, para darme cuenta de esto, estaría siendo parte de la ignorancia símbolica del cambio de año. Pero bueno, si esta ignorancia símbolica da buenos frutos, no lo veo tan mal. Sigo creyendo igual, que el año realmente va a arrancar, cuando vuielva de mis vacaciones merecidas del 2008 largo y trabajoso, cuando hayamos descansado lo suficiente y estemos con las pilas cargadas para este 2009 que se viene por delante. Igualmente quiero tener muchos más proyectos y cosas por lograr que los años anteriores. Quiero tener más fé en que voy a poder lograr lo que me proponga, es más, pienso no perder esa fé. Quiero cambiar. Quiero buscar soluciones más efectivas. Quiero alejarme de a poco de lo que no me guste, y acercarme a lo que sí. Quiero decidirme. Quiero olvidar lo que se tenga que olvidar. Quiero recordar todo lo que tenga que recordar. Quiero dejar de llorar por lo que no pudo ser. Quiero sonreír por todo lo lindo. Quiero dejar atrás todo lo malo. Quiero darle la espalda a lo que no me hace bien. Quiero hacer lo que yo tenga ganas. Quiero elegir yo mi camino. Quiero tropezarme y volverme a levantar, sin mirar atrás. Quiero elegir caminos errados, y otro más acertados. Quiero equivocarme. Quiero aprender. Quiero aprender de mis errores. Quiero aprender de mí. Quiero aprender de los demás. Quiero enseñar. Quiero olvidarme del deber, y acordarme más del querer. Quiero perdonar. Quiero pedir perdón. Quiero experimentar cosas nuevas. Quiero seguir haciendo cosas viejas. Quiero viajar. Quiero reírme hasta que me duela la panza. Quiero pasar mucho tiempo con mis amigos. Quiero abrazar. Quiero ayudar. Quiero disfrutar. Quiero gritar. Quiero cantar. Quiero saltar.
Y TODAS LAS RUINAS ENTRAN A BRILLAR,
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.