lunes

Rutina

Abre los ojos, sin noción de que todavía los tiene abiertos. Los cierra, y los vuelve a abrir. Y así, dos o tres veces, hasta que cae en la cuenta de donde se encuentra. Un rayo de sol primaveral se escurre entre el mínimo espacio que separan a la cortina de la ventana. Mira a sus costados. Un día más. Un día más en el que despierta sin todavía despertar. Un día más que en sus costados, solo yacen sábanas lisas y vacías. Un día más sin otro cuerpo a su lado, un día más de tantos que quedan por venir. Tiene la humilde ilusión de un día prometedor. La misma ilusión de todas las mañanas. Esas mismas mañanas, en las que abre los ojos, los vuelve a cerrar, y al abrirlos nuevamente mira a sus costados, y nada. Se levanta con esa ilusión como motor compañero durante todo el día que le queda por delante. Busca en su silla, la ropa que dejó preparada desde la noche anterior. Esa silla, que parece ser la única compañera fiel todas sus mañanas. La ropa, que dejó arriba de la silla, la noche anterior. Esa noche anterior que terminaba con la ilusión de que hoy sería un día más prometedor que ayer. (...) Y así, todos los días. Todas las mañanas y todas las noches. Esas mañanas que prometen tanto, esas noches que pinchan todo globo existente que pueda a llegar a tener al despertar. Ese día ya está. Hoy ya fue. Queda mañana. Y mañana, y mañana. ¿Pero habrá alguna mañana prometedora que termine con una noche cumplidora? Ese día ya pasó. Y al recordarlo antes de cerrar los ojos ya estando en su cama, piensa, que no fue tan largo el día. Los días, que al pasar, y al otro día recordarlos, no parecieron ser tan padecidos. Pero en realidad, sí. Esos días en los que todo es rutinario. Nada cambia. ¿Algún día cambiará?

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Y TODAS LAS RUINAS ENTRAN A BRILLAR,
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.