La realidad es la realidad. A veces no es nada parecido a lo que pensamos que es. Tenemos distintas versiones, en cada uno repercute de forma distinta, cada uno tiene su versión de la propia realidad. Pero siempre, la realidad es la realidad. Y aunque nos pese, aunque no querramos creerlo, aunque tomemos la decisión de quedarnos firme frente a nuestra postura de lo que tenemos nosotros por realidad, la realidad sigue siendo la realidad. Más allá de las veces que volemos fuera de ella. Más allá de las veces que otras personas, situaciones, momentos.. nos puedan alejar tanto de ella, siempre la realidad es una. Y ¿qué hacer cuando esta nos gana la batalla, y nos pone de un golpe los pies sobre la tierra? ¿Cómo volver a mirar hacia el frente, despúes de tal humillación? Es díficil. Es triste. Es doloroso. Si, duele. Porque duele. Duele darte cuenta que la realidad, es eso.. realidad. Y que aunque querramos negarlo, no verlo, no afrontarlo, la realidad es esta, y no se puede cambiar, por más fuerza que ejerzamos en contra de ella. La realidad es una, no la puedo cambiar, y me duele. Me duele como desde el primer día, ni un poco más, ni un poco menos. El dolor sigue siendo el mismo. El dolor sigue intacto. Aprendí hace muchos años a convivir con este dolor. Aprendí a ocultarlo. Aprendí a no verlo, aprendí a disimularlo, a pensar que ya no existía. Hasta aprendí a encontrarle el lado positivo a todo este dolor. Hay algo de lo que si estoy segura.. después de unos días, voy a volver a caer en la misma ingeniudad, y ella va a venir con todo su poder de desafiante, a intentar voltearme sin cuidado, y va a lograr derrotarme una vez más, como lo está haciendo hace unos varios días, como lo hizo hoy, como lo hizo siempre.. Maldita realidad.
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