jueves

Desatención amable

Dos personas pasan una al lado de la otra en la calle. Ambas intercambian una breve mirada, captando rápidamente el rostro y la forma de vestir de la otra. A medida que se acercan y en el momento que se cruzan, tuercen la mirada evitando los ojos del otro.
El hecho de que los caminantes intercambien una mirada rápida y luego tuerzan la mirada cuando están muy próximos, no es en absoluto lo mismo que ignorar a la otra persona.
Cada individuo indica al otro que se da cuenta de su presencia, pero evita cualquier gesto que pudiera considerarse demasiado atrevido.
Mediante esta desatención recíproca, las personas se indican entre sí que no hay razones para sospechar de las intenciones de los demás, mostrarse hostil con ellos o evitarles de algún u otro modo.
En ciertas ocasiones una persona puede mirar fijamente a otra, dejando que su rostro exprese abiertamente una emoción concreta. Esto sólo ocurre normalmente entre los amantes, los miembros de una familia o los amigos íntimos, o también cuando una persona se enoja con otra. Los extraños o los que se encuentran casualmente, ya sea en la calle, en el trabajo o en una fiesta, prácticamente nunca mantienen la mirada de otro de esta manera. (...)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

escribis muy lindo vik :), jajaja pasa eso de evitar gesto q pudiera considerarse atrevido, ponele quizas ves a alguien y si te mira no ves mas, te acordas de la publicidad q el chabon sube al bondi y mira a 1 chica pensando "q me mire q me mire" y la chica cuando lo mira, el flaco desvia la mirada jaja.
besote

Santi ;)

Mariano De María dijo...

Me hiciste acordar a una poesía que escribí hace tiempo, mirá :)

Ese ojo de reojo.
Toda tu ternura tan intacta.
Mi pie, tu pie.
Nuestra historia que comienza,
los miedos que afloran.
La ceniza que se enciende,
los brillos que te salvan.
Tu mano, mi mano,
una docena de rosas.
Esta infinita cercanía
de tan solo dos baldozas.

La ciudad.

Esta infinita lejanía
de tan solo dos baldozas.
Tu mano, mi mano,
ninguna docena de rosas.
La ceniza que se apaga,
los brillos que te matan.
Nuestra historia que termina,
los miedos que se ocultan.
Mi pie, tu pie.
Toda tu ternura tan intacta.
Ese ojo de reojo.

Anónimo dijo...

Lo escrito en este blog es puro plagio, tomaron los primeros parrafos del capitulo 4 del libro de Giddens, y si la persona ni siquiera sabe quien es, pues es un sociologo, por favoy de creditos y no tomen esta teoria como propia

Y TODAS LAS RUINAS ENTRAN A BRILLAR,
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.