No todos los cuentos tienen un final feliz, ni todas las princesas encuentran su príncipe azul. No todos dicen la verdad, ni todos aprenden de sus errores. No todos los pensamientos útopicos se convierten en acción, ni todos los sueños se hacen realidad. No todas las historias de amor tienen una linda historia, ni todos los caminos conducen al mismo destino.
No estamos obligados a sentir lo mismo, ni a querer o a buscar lo mismo. No estamos obligados a querernos, a cuidarnos el uno al otro, ni a respetar nuestros tiempos.
Y aún así, sin obligación de por medio, planteamos nuestro código secreto. No lo verbalizamos ni lo demostramos de forma explícita.
Porque si hablamos de mí… mi corazón ya fue citado para declarar ante varios jueces por errores cometidos en el pasado. Mi alma se refugió en cualquier abrazo que pudo callar la canción que narraba esa linda historia de amor. Mi voz se cansó de repartir pedazos de sueños rotos por todos lados. Mis pies se desgataron después de escapar de diferentes caminos que nunca me llevaban al destino deseado.
Porque si se trata de vos.,.. sé que tu corazón tomo lecciones de amor con la luna, durante noches eternas e interminables. Tu alma se canso de recordar siempre el mismo abrazo, sin poder encontrar alguno que se le asemeje. Tu voz se indignó al dar con tantos oídos sordos que no quieran escuchar el cuento hasta el final. Y tus pies siguen caminando la misma dirección que elegiste desde el principio.
Pero ya sabes, mi amor, no hace falta volver a la búsqueda de enigmáticas frases que logren tirarnos de un hondazo al mundo real, ni relatar viejos itinerarios de viajes pasados, si los sabemos de memoria. Nuestras miradas y nuestros silencios se hacen cargo de lo que sobra. Nuestras caricias son un pasaje sin escalas al paraíso. Nuestros besos nos mandan de un envión hasta la última estrella de la galaxia. Nuestros cuerpos se atraen como por osmosis. Son un deleite para cualquier espectador. La mejor obra de pasión jamás vista. Una vez arriba del escenario, saben cumplir el rol que cada uno tiene asignado, al pie de la letra. Es la misma función que tantas veces se agoto, que sigue en cartelera. Y al bajar el telón, los rayos del sol nos encuentran abrazados, sin querer despegarnos, sonriendo por el éxtasis compartido.
No estamos obligados a sentir lo mismo, ni a querer o a buscar lo mismo. No estamos obligados a querernos, a cuidarnos el uno al otro, ni a respetar nuestros tiempos.
Y aún así, sin obligación de por medio, planteamos nuestro código secreto. No lo verbalizamos ni lo demostramos de forma explícita.
Porque si hablamos de mí… mi corazón ya fue citado para declarar ante varios jueces por errores cometidos en el pasado. Mi alma se refugió en cualquier abrazo que pudo callar la canción que narraba esa linda historia de amor. Mi voz se cansó de repartir pedazos de sueños rotos por todos lados. Mis pies se desgataron después de escapar de diferentes caminos que nunca me llevaban al destino deseado.
Porque si se trata de vos.,.. sé que tu corazón tomo lecciones de amor con la luna, durante noches eternas e interminables. Tu alma se canso de recordar siempre el mismo abrazo, sin poder encontrar alguno que se le asemeje. Tu voz se indignó al dar con tantos oídos sordos que no quieran escuchar el cuento hasta el final. Y tus pies siguen caminando la misma dirección que elegiste desde el principio.
Pero ya sabes, mi amor, no hace falta volver a la búsqueda de enigmáticas frases que logren tirarnos de un hondazo al mundo real, ni relatar viejos itinerarios de viajes pasados, si los sabemos de memoria. Nuestras miradas y nuestros silencios se hacen cargo de lo que sobra. Nuestras caricias son un pasaje sin escalas al paraíso. Nuestros besos nos mandan de un envión hasta la última estrella de la galaxia. Nuestros cuerpos se atraen como por osmosis. Son un deleite para cualquier espectador. La mejor obra de pasión jamás vista. Una vez arriba del escenario, saben cumplir el rol que cada uno tiene asignado, al pie de la letra. Es la misma función que tantas veces se agoto, que sigue en cartelera. Y al bajar el telón, los rayos del sol nos encuentran abrazados, sin querer despegarnos, sonriendo por el éxtasis compartido.
y un par de rounds de amor con la tele encendida..