martes

Alteridad

Dicese del principio filosófico de "alternar" o cambiar la propia perspectiva por la del otro, considerando y teniendo en cuenta el punto de vista, la concepción del mundo, los intereses, la ideología del otro; y no dando por supuesto que la de uno es la única posible. El término alteridad se aplica al descubrimiento que el yo hace del otro, lo que hace surgir una amplia gama de imágenes del otro, del nosotros, así como visiones múltiples del yo. Tales imágenes, más allá de las diferencias, coinciden todas en ser representaciones más o menos inventadas de personas antes insospechadas, radicalmente diferentes, que viven en mundos distintos dentro del mismo universo. La alteridad como concepto antropológico, también se ve como el descubrimiento que el yo hace del otro. Una persona a través de la interacción con el otro puede conocer cosas del otro que antes no había conocido, de esta forma se crean imágenes e ideas sobre el otro que antes no se conocían. En general, las personas en su vida cotidiana y en su interacción con los otros pre-establecen imágenes de los otros teniendo en cuenta solo su visión de las cosas y con los parámetros con los que él se ha ido desarrollando. En esta medida se crean imágenes propias de otras personas u otras culturas sesgadas solo por conocimientos propios sin tener en cuenta el desarrollo del otro. La alteridad surge como la idea de ver al otro no desde una perspectiva propia, sino teniendo en cuenta creencias y conocimientos propios del otro. Pero, yo me pregunto, ¿cuán cierto es esto? ¿En qué medida aplicamos la alteridad, con que neutralidad? ¿En qué medida nos abrimos al otro, sin algún previo juzgamiento, sin ninguna previa crítica? Porque es muy fácil criticar al otro, por lo que hace, dice, piensa, de que manera y como lo hace, ya que es distinta a lo nuestro. Todos pertenecemos a un grupo. Un grupo grande, chico, con muchos integrantes o pocos. Pero a ese grupo nos unen semejanzas, que a la vez, son un conjunto de diferencias con respecto a los otros grupos. Y ese sentido de pertenencia (aunque las semejanzas entre dichos integrantes sean efímeras) es el que nos juega en contra, cuando estamos frente a otro grupo, totalmente distinto al nuestro, pero a la hora de organizarse y de sentirse grupo es igual al nuestro, y a todos los demás. Ese sentido de pertenencia, y el asombro, que nos puede llevar encontrarnos con un grupo o una persona distinta a nosotros, que no es aprovechado de la mejor manera. Ese asombro nos lleva a criticar al otro, sin dejar que nos muestre el otro como es en realidad. Ese asombro nos lleva, a decir que lo nuestro es lo acertado y los otros son los equivocados. Y nosotros, ¿sabemos si el otro grupo no piensa exactamente de nuestro grupo? ¿No sería más interesante, poder auto criticarnos, viendo las diferencias que tenemos con el otro grupo, y así, ser un poco más comprensibles con los individuos que conviven en nuestra sociedad, comprendiéndonos los unos a los otros? No siempre la otra persona (ya no hablo de grupos, en los cuales hay integrantes que a la vez difieren en muchas cosas entre sí) va a ser igual a uno. Si así fuera seria muy aburrido transitar por calles, con gente exactamente igual a nosotros, con clones de una sola persona con los mismos intereses, mismos puntos de vista de la vida, y mismos objetivos. No siempre la otra persona, va a esperar lo mismo que vos, no va a responder de la misma manera, y no va a tener cuenta lo mismo que vos. Lo bueno de esto, es que si nos abrimos a la otra persona, y dejamos que aquella otra se muestre como es, podemos llegar muy lejos juntos, de a dos, compartiendo las diferencias, y haciendo de ellas, una semejanza. Porque lo que vos crees, no es lo que cree el otro. Porque ni tu yo esta muy acertado, ni muy equivocado, ni el otro. ¿Por qué no ponerse en el lugar del otro? ¿Por qué no dejar que el otro se ponga en nuestro lugar? ¿Por qué no dejar que la vida se vuelva más interesante y más divertida, con todo lo que nos queda por descubrir día a día, junto a los otros? Investígate, investígalo, investiga. Te vas a sorprender con tu descubrimiento, y ahí sí, no hay libro de antropología que describa esto..

domingo

Naturaleza humana

"...en tanto poseedores de un organismo biológico, sentimos, sufrimos, necesitamos alimentarnos, descansar, dormir. pero simultáneamente es el ambiente social y el cultural el que interactúa dinámicamente con lo biológico, redefiniendo la respuesta: el grado de excitabilidad, los límites de resistencia, difieren en cada cultura, del mismo modo que los esfuerzos irrealizables, los placeres extraordinarios, están más relacionados con los criterios sancionados por la aprobación o desaprobación del grupo de pertenencia que por las particularidades de la especie..."
Mauss - Lévi-Strauss

viernes

Esperar.

Esperar. Esperamos siempre. Estamos acostumbrados a esperar. A esperar que en el visor del microondas avancen los segundos lo más rápido posible para poder desayunar nuestro café, como todas las mañanas. A esperar que el subte llegue a la estación. A esperar en la cola de un banco, de un restaurante de comida rápida, de un supermercado. A esperar un llamado que nunca llega. A esperar al delivery que siempre se retrasa, a esperar que sea la hora para ver esa serie que tanto nos gusta. A esperar el resultado de ese final que nos comió la cabeza las noches anteriores. A esperar en un hospital, a esperar que llegue el día que tanto deseamos para ver a esa persona que nos llena el alma, a esperar por respuestas que están tan lejos. ¿Cuánto más estamos dispuestos a esperar? ¿Cuánto más podemos esperar? ¿Cuánto más queremos esperar? ¿Cuánto más? ¿Hasta cuándo? ¿Llegará el momento en qué nos cansemos de esperar? Esperamos, por personas queridas, por momentos imaginados, por situaciones inolvidables. Esperamos a que la persona indicada llegue en el momento justo. Esperamos que las cosas salgan como nos gustan. Esperamos a otros. Esperamos a las decisiones de los demás. Pero, ¿hay alguien que espere por nosotros? ¿Hay, realmente, alguien, que en este infierno de caras desconocidas que creen conocerse, esperando por nosotros? Un hombre cruza la calle sin mirar a ambos lados, cansado de esperar que el semáforo cambie. En esa misma esquina, se encuentra un colectivero, que está, también, cansado de esperar que el taxista que lo antecede, se decida a avanzar más rápido. Se adelanta en su maniobra, y sin darse cuenta de la aparición del hombre cansado de esperar, el colectivero, también cansado, lo atropella. Una señora, que, aunque parezca insólito, a su edad, no tenía mucho ya que esperar, más que una pequeña cola en el almacén cada domingos por medio, decide llamar a la ambulancia. Una ambulancia que nunca llega. El hombre cansado de esperar por el semáforo, y ahora por la ambulancia que jamás llegará, no aguanta sus últimos signos vitales, y muere. La señora que todavía no estaba cansada de esperar, se para a mirar la situación desde afuera, desde su punto de vista, desde el rol de no sentir la presión de esperar, como todos los demás allí presentes, piensa un momento, en el pobre hombre que yace recostado en el suelo. El pobre hombre, que de tanto aguantar la espera, se quiso enfrentar a esa presión, y la maldita espera, le terminó ganando la partida. Que pena, piensa la señora, la familia de este hombre cansado, esperándolo en su casa, con la cena servida. Y él no. Él nunca, nunca va a llegar. Aunque lo esperen, nunca va a llegar. Pero, ¿hay alguien, se pregunta, que realmente lo espere? ¿Hay alguien esperando su llegada, hay alguien esperando por él y su compañía? ¿O acaso estaría él, antes de lo sucedido, esperando por alguien en su vida? Esperando a alguien, que quizás tampoco nunca llegó. ¿Seria en este caso, una revolución, el haberse cansado, de esperar por un simple cambio de luz? ¿ Sería en este caso, una burda pantalla, una estúpida consecuencia, una efímera representación, del verdadero cansancio que sentía el hombre, cansado de esperar, en realidad, a alguien en su vida, a algo en su vida, de esperar, mejor dicho, algo de la vida? A la vez, yo me pregunto, ¿existe el momento en el que decidimos darnos por vencidos, no esperar más? ¿El hombre cansado, tuvo un instante de inspiración, y agotado de esperar, dijo en sus adentros “yo no espero más”? ¿Cuándo se dice basta? ¿Se dice basta? ¿Hacemos bien al esperar ese algo? Y en el caso de que nos cansemos de esperar, ¿estaríamos tomando una decisión errónea? ¿Cuánto más hay que esperar? Siento que de tanto esperar, se pasa la vida. No sé ni siquiera que estoy esperando. ¿Sigo esperando? ¿Qué estoy esperando? Ya no sé ni que esperar. Tengo la tonta ilusión, de que tranquilamente puedo seguir esperando a que venga alguien mágico, y me diga, “es hora de que no esperes más”. Pero estaría, inocentemente, esperando a su llegada. Esperar. No quiero esperar más. No sé cuánto tiempo tendré que seguir esperando, y no sé cuando voy a poder decir, yo ya no espero más.
Y TODAS LAS RUINAS ENTRAN A BRILLAR,
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.