...seguimos intentando mirarlo con los ojos abiertos. Continuamos en el camino de lograr contemplar su luz sin enceguecernos. Probamos distintas formas cada dia de lograr nuestro objetivo. Nos cansamos, nos angustiamos, nos alejamos y nos volvemos a acercar, pero seguimos intentandolo. No bajamos los brazos, no nos damos por vencidos, no escapamos ni huimos, no plantamos bandera ante el primer riesgo. Y ese es el orgullo que nos recorre las venas, El viento que nos empuja a seguir. El sueño que deseamos cumplir. La motivación que nos llena el alma y nos saca varias sonrisas. La gratitud de saber que no vamos a parar, por más de que las posibilidades de quemarnos cada vez sean más amplias.
martes
miércoles
Picnic en el 4º B
El día de hoy se empecinó por recordarme que existís. No es que lo haya olvidado, no es que no te recuerde de vez en cuando, no es que no me había dado cuenta de lo cerca que estamos. Es sólo que hoy, mi memoria se encaprichó, y me hizo entrar en razón más rápido que otros días. Vivimos en la misma ciudad. Tomamos el mismo subte. Caminamos casi las mismas calles. Nos unen muchas cosas.
Y, sorpresivamente, tu nombre no es único. No, posta que no. Aunque hasta no conocerte no era familiar en mis oídos y mucho menos en mi ámbito personal, últimamente, todos tus tocayos se obstinaron por aparecer ahora, que no estás. Podría enumerar desde clientes en mi trabajo, compañeros de la cotidianeidad, famosos nombrados en las radios o en las revistas, hasta autores que debo leer para la facultad. Sí, todos ellos con el mismo nombre.
¿Y cómo te explico la situación? Escuchar tu nombre, es casi lo mismo que inyectarme tres dosis de algún que otro estupefaciente que hace alertar mis sentidos, latir muy fuerte mi corazón, traer tu imagen a mi mente, apuñalar dulcemente mi alma, adueñarse de mis palabras, y por último, dejarme estúpida unos minutos hasta volver a la realidad. No es la primera vez que pasa. Cada tanto me encuentro con algún hombre que tiene esto en común con vos. Es más, con el tiempo aprendí a evitar sonreír ante el desconocido en cuestión.
Pero hoy, tengo el presentimiento de que estamos más cerca que nunca. Hoy, la certeza de que te voy a encontrar en cada parada de subte, me atormenta. La mera posibilidad de que nuestros cuerpos se crucen en alguna avenida transitada, me pone muy nerviosa. No sé si quiero enfrentarme a esa situación. Meses atrás hubiera dado lo que no tengo por ver tu sonrisa una vez más. Pero hoy, en mi presente, te quiero lejos… y te siento tan cerca.
Y hago cosas sin sentido. No escucho a los demás, no hablo con nadie. Me cuelgo en el mundo paralelo que transita mi imaginación. Las personas que me rodean me hablan, y yo hago como que escucho, pero en realidad estoy volando. Y cuando bajo de la nube, armó un monologo egoísta, el cual lo digo al pie de letra, para después callarme y no volver a hablar por un buen rato. Me subo a un subte y me bajo inconscientemente en la parada equivocada. No miro a los ojos a nadie en la calle, por miedo a que en alguna de esas caras, me encuentre con tus ojos, y no sepa cómo seguir caminando.
Y, sorpresivamente, tu nombre no es único. No, posta que no. Aunque hasta no conocerte no era familiar en mis oídos y mucho menos en mi ámbito personal, últimamente, todos tus tocayos se obstinaron por aparecer ahora, que no estás. Podría enumerar desde clientes en mi trabajo, compañeros de la cotidianeidad, famosos nombrados en las radios o en las revistas, hasta autores que debo leer para la facultad. Sí, todos ellos con el mismo nombre.
¿Y cómo te explico la situación? Escuchar tu nombre, es casi lo mismo que inyectarme tres dosis de algún que otro estupefaciente que hace alertar mis sentidos, latir muy fuerte mi corazón, traer tu imagen a mi mente, apuñalar dulcemente mi alma, adueñarse de mis palabras, y por último, dejarme estúpida unos minutos hasta volver a la realidad. No es la primera vez que pasa. Cada tanto me encuentro con algún hombre que tiene esto en común con vos. Es más, con el tiempo aprendí a evitar sonreír ante el desconocido en cuestión.
Pero hoy, tengo el presentimiento de que estamos más cerca que nunca. Hoy, la certeza de que te voy a encontrar en cada parada de subte, me atormenta. La mera posibilidad de que nuestros cuerpos se crucen en alguna avenida transitada, me pone muy nerviosa. No sé si quiero enfrentarme a esa situación. Meses atrás hubiera dado lo que no tengo por ver tu sonrisa una vez más. Pero hoy, en mi presente, te quiero lejos… y te siento tan cerca.
Y hago cosas sin sentido. No escucho a los demás, no hablo con nadie. Me cuelgo en el mundo paralelo que transita mi imaginación. Las personas que me rodean me hablan, y yo hago como que escucho, pero en realidad estoy volando. Y cuando bajo de la nube, armó un monologo egoísta, el cual lo digo al pie de letra, para después callarme y no volver a hablar por un buen rato. Me subo a un subte y me bajo inconscientemente en la parada equivocada. No miro a los ojos a nadie en la calle, por miedo a que en alguna de esas caras, me encuentre con tus ojos, y no sepa cómo seguir caminando.
viernes
Que ganen dos
Recorrían por mis venas litros de miedo. Mis pasos eran analizados uno por uno antes de concretarse. No sostenía la mirada más de cinco minutos. Lograba inventarme un mundo de paz, sin ser consciente de su irrealidad. Por momentos, hasta me olvidaba de mi debilidad, y me creía el cuento de que todo estaba bajo control.
Pero, como en toda historia de amor, el momento que nunca hubiera querido vivir, llegó. Sin anunciarse con tiempo, ni preparándome el terreno para poder salir ilesa una vez más. Cuando me quise dar cuenta, su voz ya se hacía dueña de mis oídos, su pregunta generaba eco en mi interior, y mis lágrimas empezaban a mojar mis oyuelos. Mi garganta anudada no me permitía responder. Aunque, pensándolo bien, no creía saber la respuesta. Toda una vida planeando discursos y buscando soluciones a posibles conflictos, y yo ahí… sin saber que decir. Sus ojos me miraban pero mis ojos escapaban de los suyos.
Que ilusa que fui. Si hubiera sabido que solo se trataba de buscar las respuestas entre los recuerdos de nuestros días. Si hubiera podido descubrir con mayor rapidez lo cerca que estábamos de la verdad. Si hubiera sabido que solo bastaba con investigar más allá de nuestra sabiduría. Si hubiera podido sentir que tenía sus brazos para obrar de refugio ante cualquier derrumbe de mi ficticia tranquilidad. Si hubiera sabido que no solo existía la posibilidad de un NO. Si hubiera podido ver sus ojos llenos de lágrimas por el simple hecho de ver llorar los míos. Pero no. Me encapriché en llorar a viva voz, me sentí débil, me sentí acorralada ante tantas preguntas. Me sentí en un callejón sin salida, negada de tanta angustia, imaginando que la única solución era escapar y no volver a pisar nunca más ese edificio. La tristeza se apropió de mi ser. No quería estar ahí. No quería seguir escuchando preguntas. No quería responder. Pero tampoco quería aceptar la verdad. Había llegado hasta acá pensando en la fuerza que me caracterizaba. Y en realidad, no era fuerza, sino negación al conflicto, a la realidad, a lo concreto. Evadir no era ser fuerte. Escapar no era ser fuerte. Huir no era ser fuerte. Ser fuerte significaba afrontar los problemas, hacerse cargo de lo que sucedía, y seguir adelante intentando llegar a una solución. Yo, la “persona fuerte”, no tenía ni un gramo de fuerza o la fuerza me estaba tomando el pelo. “Basta nena, jugá tus cartas de una vez”, me dijo la voz de mi consciencia.
Entonces me animé. Y respondí lo que me salió en ese momento. Y obtuve más preguntas. Y pude responderlas, a mi tiempo. Y también pregunté, no me callé nada. Yo también tenía incertidumbres, dudas y planteos. Yo también quería saber. Ya no me importaban las posibles respuestas. Ya estaba lista para cualquier negación o afirmación. Ya estaba todo jugado. Ahora faltaba ver quien ganaba.
Para cuando reaccioné, sus abrazos me envolvían, sus palabras me hipnotizaban, y sus ojos me encandilaban. Se refutaban una a una mis hipótesis, el miedo se iba alejando con cada beso, y la ilusión volvía con cada caricia. Y las lágrimas también volvieron, pero como consecuencia de una inexplicable felicidad. Esa felicidad que se traduce en nuestras sonrisas cada mañana. Esa felicidad que se refleja en un claro empate, sin trampas ni ventajas.
Para cuando reaccioné, sus abrazos me envolvían, sus palabras me hipnotizaban, y sus ojos me encandilaban. Se refutaban una a una mis hipótesis, el miedo se iba alejando con cada beso, y la ilusión volvía con cada caricia. Y las lágrimas también volvieron, pero como consecuencia de una inexplicable felicidad. Esa felicidad que se traduce en nuestras sonrisas cada mañana. Esa felicidad que se refleja en un claro empate, sin trampas ni ventajas.
miércoles
Que monopolizes mis deseos
Que mis manos jueguen con tu pelo. Que tus piernas se enreden con las mías. Que no encuentre mejor escondite que estar entre tus brazos. Que tu espalda sea mi refugio más seguro. Que tus labios me lleven al paraíso. Que tus caricias me derritan. Que el delirio de tu voz conquiste mis oídos. Que tus manos recorran el camino del deseo. Que mis manos persigan su instinto. Que el roce de nuestros cuerpos nos hagan perder la noción del tiempo. Que nuestra danza termine embriagandonos de placer. Que la pasión nos convierta en testigos y cómplices únicos de este infierno. Que me haga adicta al calor que desprende tu cuerpo. Que tu sonrisa busque complicidad en mi mirada. Que al final, tu abrazo me haga volar. Que me envuelvas con el brillo de tus ojos. Que juguemos a las escondidas entre las sábanas. Que me robes la almohada. Que me dejes dormir en tu pecho. Que al amanecer, el sol nos descubra abrazados. Que no nos importe el despertador. Que ya no sienta que es invierno, si estoy a tu lado.
viernes
Secreto
"No te pido que me lo cuentes todo, tienes derecho a guardar tus secretos, con una única e irrenunciable excepción, aquellos de los que dependa tu vida, tu futuro, tu felicidad, ésos quiero saberlos, tengo derecho, y tú no me lo puedes negar."
"José Saramago", ídolo eterno de la literatura.
domingo
sábado
Cielo de un solo color
"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar."
Eduardo Galeano
viernes
Fue en abril
- ¿Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- Sí.
- Yo no dije sí, dije si querés que te cuente el cuento de la buena pipa.
Y así pasabas ratos y ratos hasta que nos dormíamos. Nunca entendimos que teníamos que responder, nunca te cansabas de hacernos ese chiste, nunca nos cansábamos de escucharte repetirlo todas las noches, antes de cerrar los ojos. Nunca te levantaste de ese sillón, sin comprobar que estuviéramos soñando. Fue en nuestras vacaciones de invierno de 1994, y si mi memoria no me falla, también en las de verano. A cualquiera que le pregunten, seguramente responderá que ese año pudo haber sido el peor de nuestra infancia. Que ese año, fuera de casa, lejos de papá y mamá, iba a cambiar mi vida y la de mi hermana. No se equivocan, cambió todo. Pero no fue el peor año, gracias a vos. Todas las mañanas me despertaba atormentada por el mismo sueño. Soñaba que se terminaban las vacaciones, y tenía que volver a casa, volver al colegio y a la rutina de siempre. Me aterrorizaba abrir los ojos, por miedo a que no fuera un sueño. Pero cuando los abría, te veía sentado, calladito, en la silla al lado de la ventana, esperando a que me despierte para que te acompañe a comprar pan. “Quiero que me cuentes el cuento de la buena pipa, abuelo, siempre me duermo antes”, es lo primero que te decía. Vos me prometías que de esta noche no pasaba, pero que primero tenía que acompañarte a visitar a Vanesa, la chica que trabajaba en la panadería de tu barrio. No es que me disgustara ir al colegio, no es que no soportara las preguntas de mis compañeros, o me dieron bronca las caras de compasión falsa de mis maestras, iba más allá de eso. Con el tiempo aprendí a sobrellevar nuestra realidad, aprendí a diferenciar a las personas que miraban con lástima, y a las personas que se animaban a preguntar por la salud de mi hermanita, con mucha sinceridad. Con el tiempo parecía que todo volvía a la normalidad, y volver al colegio después de sucesos bastantes importantes en mi familia, no me molestaba tanto. Pero seguía extrañándote, y esperaba con muchas ganas un fin de semana largo, para que papá nos dejara esos días solas con vos y la abuela, y de una buena vez por todas, pudiera conocer ese cuento. En el colegio te conocían como a uno de los mejores abuelos de todos, todos te admiraban, todos te recordaban con amor, hasta el día de hoy. Y no sólo por lo que yo contara, o Maru contara. Todos te conocían, y todos te querían. Si hablo de vos con cualquiera de mis amigas que llegaron a conocerte, pueden afirmar que eras una gran persona. Y hasta una de ellas sigue guardando las soguitas que vos mismo armaste y nos regalaste a todas las nenas para hacer gimnasia.
Vos te lo ganaste, Tito.
Y tu nieta mayor está orgullosa de vos.
Feliz cumpleaños, donde quieras que estés.
lunes
Desencuentros
- Quiero cambiar el mundo.
Ella levantó la vista. Le clavó la mirada en sus labios intentando deletrear letra por letra lo que había escuchado. Le dio otra pitada a su cigarrillo. Él sonrió tímidamente. Ella volvió su mirada al piso. Él busco sus manos. Intentó acariciarla. Ella separó sus manos de las de él. Las apoyó contra sus rodillas, y escondió su cara entre ellas. Él le acarició el pelo. Ella esquivó cada caricia. Improvisaron un silencio incómodo. Él quería ser claro. Ella había comprendido. Él sería capaz de volver a decirlo. Ella tenía miedo de que eso sucediera. Ninguno de los dos era consciente de lo que pensaba el otro. Él pensó que ella nunca lo entendería. Ella pensó que él nunca la entendería. Él intentó abrazarla, ella esquivó el abrazo. Indignado se puso de pie, dispuesto a marcharse. Ella lo agarró de la mano, impidiéndole avanzar. Él la miró fijamente, ansioso por escucharla hablar. Ella le soltó la mano, no pudo pronunciar nada de lo que en ese momento hubiera querido. Él se dio vuelta y comenzó a caminar. Ella siguió sus pasos con la mirada, pero no tuvo fuerzas para pararlo. Él dobló en la esquina y se perdió para siempre en la oscuridad de esa noche de invierno. Ella buscó su celular, y escribió un mensaje que nunca envió.
- Ya cambiaste el mío.
viernes
Palabras sabias
"El mundo social es el lugar de luchas a propósito de palabras que deben su gravedad -y a veces su violencia- al hecho de que las palabras hacen las cosas, en gran parte, y que cambiar las palabras.. es ya cambiar las cosas. El combate para conocer científicamente la realidad debe casi siempre comenzar como una lucha contra las palabras."
“Cosas Dichas” - Pierre Bourdieu.
martes
Deseos
Quiero dejar de estudiar tantas políticas públicas. Quiero dejar de dormir poco para cumplir con las responsabilidades. Quiero viajar. Quiero llenarme los pulmones de ese aire norteño. Quiero esa paz. Quiero esa tranquilidad, quiero ese paisaje, quiero esa gente, y quiero ese momento de tregua en mi vida. Quiero cargar mi mochila de muy pocas cosas, y salir. Quiero soñar. Quiero dejar de pensar en cosas sin sentido. Quiero vivir. Quiero sentir. Quiero proyectar. Quiero disfrutar, quiero hacerle caso al que me dijo "si no disfrutas ahora, cuando lo vas a hacer?". Quiero creerme algo de todo lo que digo. Quiero animarme. Quiero dejarme llevar. Quiero perder miedo. Quiero arriesgarme por amor. Quiero conocer gente. Quiero conocer lugares. Quiero experimentar cosas nuevas. Quiero volver a hacer cosas viejas que me apasionan. Quiero leer. Quiero aprender. Quiero saltar. Quiero cantar. Quiero caminar descalza bajo la lluvia, escuchar este tema siete veces seguidas, quiero bailarlo, sentirlo, que la lluvia me moje la cara, y quiero reirme hasta que me duela la panza y los músculos de la cara empiezen a tirarme.
que los deseos salgan,
de estado de sitio
del cuerpo y el alma.
y los que callan griten,
con voces que asustan,
con brotes de rabia.
que los que temen bailen,
con risas de niño,
con vodka y tambor..
domingo
Respiro
solo intento respirar,
y me alejo de lo que
me hace volver atrás..
y me alejo de lo que
me hace volver atrás..
Como un hecho irreal, inverosímil, casi anormal… siento que respiro. El aire entra y sale de mi cuerpo, sin ningún obstáculo. Inhalo. Exhalo. Sí, efectivamente, no hay dudas. Estoy segura, después de tanto tiempo, estoy respirando.
Respiro, sin que tengas que proveerme el oxígeno. Respiro, y no desecho dolor en cada dióxido de carbono. Respiro, como nunca pensé que iba a volver a respirar. Respiro, y ya no me falta el aire. Respiro, sin que estés para contemplar mis signos vitales. Respiro, y puedo sentir el aire que entra en mis pulmones, recorre mis venas, llega a mi corazón, lo ayuda a latir, y ya no es por vos.
Realizo un proceso fisiológico natural en plantas y animales, que para mí ya era inusual. Soy la única responsable de este acto vital, siempre lo fui, pero me había olvidado por completo de su funcionamiento. Vuelvo a acostumbrarme a convivir con el ritmo de mis pulmones. Me acostumbro a esta sensación que vuelvo a experimentar.
Percibo la calma que invade mi alma con cada inhalación. Y con cada exhalación caigo en la cuenta de que ya no te lloro en determinada hora del día. Que ya no miro el teléfono esperando que llames. Que ya no tiemblo cada vez que lo escucho sonar, que ya no pienso en la posibilidad de que seas vos, que ya no evito atender por miedo a desilusionarme. Que ya no te busco en cada estación. Que ya no siento que me seco de tanto dolor. Que ya no me duelen todos los viernes, todos los lunes y algún que otro jueves. Que ya no tengo miedo a morir de amor.
Creo que no me equivoco, estoy viva. Pareciera que volví a nacer. No sé cuantas veces morí, no sé cuantas veces resucité. No sé si fue cierto o tan sólo fue una pesadilla. No sé cuantas cicatrices adornan mi alma, ya perdí la cuenta.
Pero esto es real, respiro.
Respiro, sin que tengas que proveerme el oxígeno. Respiro, y no desecho dolor en cada dióxido de carbono. Respiro, como nunca pensé que iba a volver a respirar. Respiro, y ya no me falta el aire. Respiro, sin que estés para contemplar mis signos vitales. Respiro, y puedo sentir el aire que entra en mis pulmones, recorre mis venas, llega a mi corazón, lo ayuda a latir, y ya no es por vos.
Realizo un proceso fisiológico natural en plantas y animales, que para mí ya era inusual. Soy la única responsable de este acto vital, siempre lo fui, pero me había olvidado por completo de su funcionamiento. Vuelvo a acostumbrarme a convivir con el ritmo de mis pulmones. Me acostumbro a esta sensación que vuelvo a experimentar.
Percibo la calma que invade mi alma con cada inhalación. Y con cada exhalación caigo en la cuenta de que ya no te lloro en determinada hora del día. Que ya no miro el teléfono esperando que llames. Que ya no tiemblo cada vez que lo escucho sonar, que ya no pienso en la posibilidad de que seas vos, que ya no evito atender por miedo a desilusionarme. Que ya no te busco en cada estación. Que ya no siento que me seco de tanto dolor. Que ya no me duelen todos los viernes, todos los lunes y algún que otro jueves. Que ya no tengo miedo a morir de amor.
Creo que no me equivoco, estoy viva. Pareciera que volví a nacer. No sé cuantas veces morí, no sé cuantas veces resucité. No sé si fue cierto o tan sólo fue una pesadilla. No sé cuantas cicatrices adornan mi alma, ya perdí la cuenta.
Pero esto es real, respiro.
(y me costó terminarlo... gracias a vos por la ayuda, el apoyo y la complicidad.)
jueves
Tan lejos
No puedo evitarlo, me derrito con sólo pensar en el tono de tu voz. Y te pienso, te recuerdo, te imagino. Y te escucho. Es que los recuerdos no me ayudan. No paran de atacarme cada vez que creo no escucharte. El eco de tu voz sigue resonando en mis oídos. Te escucho, como si fuera ayer. Y mi alma sonríe ingenuamente. Te escucho, estás cada vez más cerca. Puedo sentirte acercándote. Ya casi llegas, solo te restan unos pasos. Miro la puerta ansiando tu llegada.
Es en ese instante cuando mi cabeza me empieza a gritar, me baja de un hondazo a la realidad. Mi mejilla derecha se comienza a humedecer con las lágrimas que se dignan a aparecer otra vez. Como si fuera poco, como si no me bastará con extrañar tu sombra. Pero no, a mi corazón no le alcanza con saber que ya no estás. No, definitivamente, tiene que comprobar reiteradas veces que te perdí. Y mi alma ya no sonríe, ahora ella también llora. Vos ya no estás acá.
MI cabeza me recuerda que soy capaz de superar este dolor, salir adelante y continuar mi vida. Los días pasan y me convenzo erróneamente de que estoy mejor. Voy logrando cumplir todo lo que siempre soñé. Intento no escuchar a mi corazón. Hasta que el eco de tu voz vuelve a endulzarme los oídos, y mi alma se empeña en buscarte en cada aroma.
¿Pero a quién quiero engañar? Si mi alegría sólo tiene sentido, si puedo compartirla con vos. No me acostumbro a tu ausencia. No tengo esperanza alguna de estar bien, si estás tan lejos. No puedo dejar de necesitarte. No puedo dejarte ir. Pero tampoco puedo juzgarte, no puedo culparte, ni puedo dejar que mi corazón te condene. Tal vez algún día, pueda escucharte pronunciar palabras libres de dolor. Tal vez algún día, esto sólo sea un recuerdo más, de los que ya tenemos acumulados.
Y tal vez algún otro día, tu corazón logre no condenarme..
Es en ese instante cuando mi cabeza me empieza a gritar, me baja de un hondazo a la realidad. Mi mejilla derecha se comienza a humedecer con las lágrimas que se dignan a aparecer otra vez. Como si fuera poco, como si no me bastará con extrañar tu sombra. Pero no, a mi corazón no le alcanza con saber que ya no estás. No, definitivamente, tiene que comprobar reiteradas veces que te perdí. Y mi alma ya no sonríe, ahora ella también llora. Vos ya no estás acá.
MI cabeza me recuerda que soy capaz de superar este dolor, salir adelante y continuar mi vida. Los días pasan y me convenzo erróneamente de que estoy mejor. Voy logrando cumplir todo lo que siempre soñé. Intento no escuchar a mi corazón. Hasta que el eco de tu voz vuelve a endulzarme los oídos, y mi alma se empeña en buscarte en cada aroma.
¿Pero a quién quiero engañar? Si mi alegría sólo tiene sentido, si puedo compartirla con vos. No me acostumbro a tu ausencia. No tengo esperanza alguna de estar bien, si estás tan lejos. No puedo dejar de necesitarte. No puedo dejarte ir. Pero tampoco puedo juzgarte, no puedo culparte, ni puedo dejar que mi corazón te condene. Tal vez algún día, pueda escucharte pronunciar palabras libres de dolor. Tal vez algún día, esto sólo sea un recuerdo más, de los que ya tenemos acumulados.
Y tal vez algún otro día, tu corazón logre no condenarme..
adentro llueve, y parece que nunca va a parar..
Basta para mí
como las frases que ya no te escribo, pa' que vuelvas otra vez..
Ya no me pregunto ¿por qué vos?, ¿por qué yo?, ¿por qué nosotros?, ¿por qué cada uno por su lado?. Ya no te veo en todas las caras. Ya no te escucho en todas las voces. Ya no te imagino, ya no te espero, ya no te sueño. Ya no busco excusas para no odiarte. Ya no me auto convenzo de que yo estaba equivocada, de que te quise más de lo que te merecías, de que fue mi error el haber creído en vos. Ya no te lloro. Ya no te extraño. Ya no me muero por vos. Ya no me muestro fuerte, en vez de morirme por dentro. Ya no me derrito con tu mirada. Ya no te quiero al lado mío todas las noches, todas las tardes, todas las mañanas. Ya no me basta con qué solo me mires a los ojos. Ya no me basta con que me sonrías. Ya no me basta con un roce insospechado, no programado, casi sin querer. Ya no me basta con tu brazo rodeando mi cintura. Ya no te llaman a gritos mis labios. Ya no lo niego. Ya no lo acepto. Ya no te sueño todas las noches. Ya no te imagino en cada rincón. Ya no te abrazo cuando tengo miedo. Ya no busco tus brazos antes de caer. Ya no creo que vas a cambiar. Ya no dejo que te vayas y me dejes sola. Ya no espero que reacciones. Ya no me lleno de fuerza para dejarte escapar, sin frenarte. Ya no llora mi alma cada vez que te vas. Ya no amanezco pensando en sí hoy vas a volver. Ya no te extraño en cada amanecer. Ya no busca mi cuerpo tu calor. Ya no sos una amenaza para mi corazón. Ya no caigo en tus redes. Ya no me alejas de la realidad. Ya no me olvido de mi enojo con sólo verte sonreír. Ya no sonríe mi alma cada vez que volves. Ya no pienso y re pienso mi forma de actuar. Ya no me castigo. Ya no me maldigo, ni me puteo. Ya no dependo de vos a cada paso que doy. Ya no acepto tus reglas. Ya no dejo que no respetes las mías. Ya no te cuento las oportunidades que te doy. Ya no espero que me mires para hacerme olvidar del mundo. Ya no soy vulnerable a tus palabras, a tu perfume, a tu mirada. Ya no construyo un muro insostenible. Ya no espero que lo derrumbes. Ya no te regalo mi dignidad. Ya no te busco. Ya soy inmune a vos. Ya no quiero jugar más con vos.
textos viejos si los hay..
a reírse un rato de lo viejo,
a caminar hacia lo nuevo =)
a reírse un rato de lo viejo,
a caminar hacia lo nuevo =)
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Y TODAS LAS RUINAS ENTRAN A BRILLAR,
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.
ES TU SUEÑO QUIEN LLEVA LOS HILOS.
Y LLORAR DE NUEVO YA NO TE HACE MAL,
Y UN DOLOR TE MANTIENE AHORA EN VILO.